Para ti,
donde quiera que estés.
donde quiera que estés.
No quiero que el olvido te fragmente.
Quiero recordar el lienzo completo de tu piel de seda
y el fresco y frondoso bosque de tu vientre.
Recordarte todo. Vivo. Mío.
Como aquellas tardes en que nos devorábamos completos
bajo el edén de un cielo de concreto.
Recordar tus manos que huelen a canela...
Tus manos pájaros de fuego,
aleteando arriba, abajo, adentro: tan adentro...
Quiero recordar tus ojos y el océano vivaz que habita en su centro.
Tus ojos mirándome todo el tiempo.
Tus ojos que me desnudaban estando desnuda
y me hacían sonrojar como sol crepuscular a cada momento.
Quiero recordar la humedad de tu lengua
y el rocío salival esmaltando cada pliegue del tormento,
y mi cuello, henchido de fruición, rugía como fiera en celo.
Quiero recordar tu cuerpo... dureza de metal,
filosa daga que me traspasaba entera
y con la dilación de tus acometidas,
derramabas victorioso la semilla
regalándome pequeñas muertes placenteras
así mis ojos blancos se volvían estrellas,
y vagando por ignotos universos,
te amaba más que nunca... te amaba plena.
*Publicado en la Antología "El grito de las bugambilias". Instituto de Cultura de Morelos. Cuernavaca, 2009
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